martes, 2 de octubre de 2018

De las cosas que no aceptamos...

Hola papá:

Te extraño...

Obvio, cómo no voy a extrañar esas largas horas platicando de todo y de nada, en las que destruíamos el mundo y lo volvíamos a construir, todas las anécdotas de tu juventud llenas de alcohol, juergas y aventuras que casi siempre terminaban en golpes, cómo olvidar la ilusión que veía en tus ojos cuando empezaste a salir con "L" y nunca te hice saber que no te juzgaba y que me hacía felíz verte con esa sonrisa, quizá creiste que era una niña como para entenderlo pero verte felíz llenaba mi alma, cómo olvidar los desayunos del fin de semana cuando nadie quería levantarse temprano y terminabamos yendo solos, los viajes a Disneyworld, las salidas a la playa, cada museo recorrido a tu lado, los libros de arte que me regalabas, cuando jugabamos a no pisar línea en carretera y quien perdiera invitaba el desayuno, las veces que intentaste ser un papá normal y llevarnos a todos al bosque y al zoológico, cómo olvidar cómo jugabas con tus nietos, las veces que me pedías pasta con salsa rústica porque sabías que sólo yo la preparaba como te gustaba, cuando empezaba la temporada de la NFL y todos nos odiaban porque no los dejabamos ver otra cosa mas que football, esos trayectos donde escuchabamos a Serrat y me dabas todo el trasfondo de la canción, verte llorar escuchando "Lucía", cómo olvidar ese día en que me dijiste que yo era la razón de tu vida y lo que más amabas...

Durante un tiempo estuve enojada con la vida, con Dios, con el universo y también contigo por irte y abandonarme, por dejarme aqui con tantas palabras por decirte, con tantos abrazos por darte, con tantas ganas de escucharte... Ese maldito cáncer que se llevó tu vida, no es otra cosa más que el resultado de la sociedad que te dijo que los hombres no lloran y tienen que ser fuertes y a nadie deben decir lo que les entristece el alma y atormenta su espíritu, y con ello tu cuerpo guardó en cada célula lo que callaste, todo aquello que querías gritar y que alguien te abrazara y te dijera que todo iba a estar bien mientras llorabas, todo aquello que hiciste y no te perdonaste, cuando decías que tú eras malo y lo merecías... Toda esa tristeza y angustia te mató por dentro y te fue acabando hasta que te fuiste. Ahora con tu partida se que no debo callarme, que debo cuidar mi cuerpo pero también mi alma y mis pensamientos, que necesito agradecer más y reclamar menos, que las cosas no son siempre lo que parecen y está bien, que no toda la gente es basura como tú decías, que puedo confiar y que no todo es sufrimiento y cargar una cruz, también puedo ser felíz y preocuparme un poco menos por los demás y ocuparme más de mí.

Gracias papá, aunque deseo tanto abrazarte de nuevo, espero no verte pronto aunque siempre estas conmigo. Te amo.